"Rene Aubry - Signes"
Es tarde, la luna se asoma tímidamente por la pequeña ventana que da a la calle... apenas es una ligera muesca brillante en aquel manto negro agujereado por multitud de impasibles destellos... como si le estuvieran observando con tristeza...
Cada noche Germán busca la luz que le da aquel pequeño agujero que le separa de las gentes, de las calles... de la vida... solo en aquel momento de cada día tiene la ocasión de asomarse al mundo.
De día le tienen confinado en un cuarto sin ventanas... vacío... sentado en una incómoda silla y ante una pequeña mesa en la que no caben más que un cuaderno y sus antebrazos. Allá muere Germán cada día, mientras sus sueños y recuerdos se le escapan directos al papel.
Hoy se siente más pequeño, diminuto... la mesa le parece más grande, y el cuarto más amplio... más vacío...
No recuerda desde cuándo está allí, ni cuándo fue la última vez que comió o bebió, de hecho no recuerda haber dormido últimamente... ni haber visto a alguien en días...
Mira a su alrededor y no ve puertas... ni la luna...
De repente nota un profundo frío que le recorre el cuerpo... siente cómo las venas le palpitan más rápido y más fuerte, como si le acompañase una orquesta de timbales en el momento álgido de la representación.
Busca por las paredes asegurándose con las manos por si la vista no le responde, pero solo toca frío... una superficie yerma que no da respuestas... y se desploma en la silla...
En la mesa algo le llama la atención. El cuaderno parece que tenga luz propia... pero solo la parte escrita... el resto... oscuridad...
Con miedo acerca la silla al escritorio y se dispone a retroceder en su relato...
La luz le ciega por momentos, pero al instante sus ojos ya han recuperado su capacidad y se asombra de nuevo, pues, frente al escritorio ve de nuevo la luna por aquel pequeño agujero que le separaba del mundo y que ahora siente como su único punto de conexión con la vida...
Tarda unos minutos en reaccionar, mientras va notando que el cuaderno quiere retroceder más y más, y las hojas comienzan a pasar hacia atrás como si una certera ráfaga de aire hubiera entrado a socorrerle por aquel hueco...
Atónito ve como el hueco va creciendo por momentos, y, al otro lado ve una casa... ve luz... ve vida...
El viento ha parado... se encuentra al principio del cuaderno, pero ahora la luz viene de la casa...
Intenta respirar pero no encuentra cómo, las piernas no le responden, y el recinto en el que se encuentra dista mucho de lo que cree que recuerda...
La luz de la casa ilumina el escaso espacio al que ahora pertenece mientras nota que el aire no llega. La vista empieza a nublársele cuando nota ahora que va perdiendo el equilibrio a la vez que la vida...
Cae con la cabeza junto al hueco y nota que el aire allí le seca los ojos, y le hiela los pulmones al circular de nuevo por ellos.
Consigue moverse un poco y, como puede, logra abandonar su cárcel.
Ahora se encuentra sentado en el suelo de una sala amplia y bien iluminada... reconoce el mobiliario y sabe que está en su casa... y, poco a poco, va recordando...
Recoge el teléfono del suelo y observa la foto de la pared en la que ve a Lorena...
Sabe que no habrá otra, pues sería incapaz de soportar de nuevo ésa sensación de vacío, de angustia... de perder lo único que te mantiene vivo...
Es tarde, la luna se asoma tímidamente por la pequeña ventana que da a la calle... apenas es una ligera muesca brillante en aquel manto negro agujereado por multitud de impasibles destellos... como si le estuvieran observando con tristeza...
Cada noche Germán busca la luz que le da aquel pequeño agujero que le separa de las gentes, de las calles... de la vida... solo en aquel momento de cada día tiene la ocasión de asomarse al mundo.
De día le tienen confinado en un cuarto sin ventanas... vacío... sentado en una incómoda silla y ante una pequeña mesa en la que no caben más que un cuaderno y sus antebrazos. Allá muere Germán cada día, mientras sus sueños y recuerdos se le escapan directos al papel.
Hoy se siente más pequeño, diminuto... la mesa le parece más grande, y el cuarto más amplio... más vacío...
No recuerda desde cuándo está allí, ni cuándo fue la última vez que comió o bebió, de hecho no recuerda haber dormido últimamente... ni haber visto a alguien en días...
Mira a su alrededor y no ve puertas... ni la luna...
De repente nota un profundo frío que le recorre el cuerpo... siente cómo las venas le palpitan más rápido y más fuerte, como si le acompañase una orquesta de timbales en el momento álgido de la representación.
Busca por las paredes asegurándose con las manos por si la vista no le responde, pero solo toca frío... una superficie yerma que no da respuestas... y se desploma en la silla...
En la mesa algo le llama la atención. El cuaderno parece que tenga luz propia... pero solo la parte escrita... el resto... oscuridad...
Con miedo acerca la silla al escritorio y se dispone a retroceder en su relato...
La luz le ciega por momentos, pero al instante sus ojos ya han recuperado su capacidad y se asombra de nuevo, pues, frente al escritorio ve de nuevo la luna por aquel pequeño agujero que le separaba del mundo y que ahora siente como su único punto de conexión con la vida...
Tarda unos minutos en reaccionar, mientras va notando que el cuaderno quiere retroceder más y más, y las hojas comienzan a pasar hacia atrás como si una certera ráfaga de aire hubiera entrado a socorrerle por aquel hueco...
Atónito ve como el hueco va creciendo por momentos, y, al otro lado ve una casa... ve luz... ve vida...
El viento ha parado... se encuentra al principio del cuaderno, pero ahora la luz viene de la casa...
Intenta respirar pero no encuentra cómo, las piernas no le responden, y el recinto en el que se encuentra dista mucho de lo que cree que recuerda...
La luz de la casa ilumina el escaso espacio al que ahora pertenece mientras nota que el aire no llega. La vista empieza a nublársele cuando nota ahora que va perdiendo el equilibrio a la vez que la vida...
Cae con la cabeza junto al hueco y nota que el aire allí le seca los ojos, y le hiela los pulmones al circular de nuevo por ellos.
Consigue moverse un poco y, como puede, logra abandonar su cárcel.
Ahora se encuentra sentado en el suelo de una sala amplia y bien iluminada... reconoce el mobiliario y sabe que está en su casa... y, poco a poco, va recordando...
Recoge el teléfono del suelo y observa la foto de la pared en la que ve a Lorena...
Sabe que no habrá otra, pues sería incapaz de soportar de nuevo ésa sensación de vacío, de angustia... de perder lo único que te mantiene vivo...
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