martes, 14 de abril de 2015

Las Ciento Veinte


Adelle - Hometown Glory



Huele a verde y se respira vida. Me duelen manos y brazos y mis piernas piden descanso a la vez que irradian felicidad.
Hay un pequeño ser que me vigila desde lejos, desde el árbol madre.

Abro los ojos para verlo todo.
Veo delicadas ramas que sujetan fuertemente el bosque y unos pies leñosos que abrazan más pies leñosos. Pliegues firmes que se deslizan arriba y abajo buscando sostén y murciélagos que conviven con moscas de otro mundo.

Pequeños espacios azules entre las copas de los imponentes árboles se cubren por las nubes pasajeras que dejan caer la lluvia que lo cubre todo.
Las gotas empiezan a salpicar las hojas caídas con un agradable sonido musical. Verdes y marrones que cubren marrones y verdes y piedras y ramas, viejos habitantes que observan cómo resbala el agua por la madera reciclada por ejércitos de minadores.

Cierro los ojos y lo veo mejor.
Los charcos crecen en la tierra empapada dando lugar a pequeños cauces que buscan su camino serpenteando entre rocas y troncos.
Sigo el correr del agua por la selva hasta una arena blanca y amarilla, una arena que se sumerge a mis pies mostrando vida a su paso. Huellas recientes cruzan la quebrada unas tras otras dejando atrás frutos roídos.

Yazgo en el correr de la quebrada en contacto con el lecho blanco y amarillo y con el sonido del agua atravesando mis oídos detecto leves movimientos que me ciegan los sentidos.
Las sombras arropan cada vez más el claro de la quebrada dejando paso a una luna tímida en crecimiento.

Abro de nuevo los ojos para ver unas luces que revolotean a lo largo de mi camino, rojas, blancas...
Cierro los ojos y lo veo todo... cierro los ojos y lo vivo todo... 



 Dedicado a Will, Flor y Amado, mis compañeros de viaje...

miércoles, 15 de enero de 2014

Que tus sueños se cumplan


Gordon Giltrap - Inner Dream

Había una vez un niño que tenía mucho pelo, pero que mucho pelo... de hecho, un año le pusieron en su tarjeta de cumpleaños; … “Para el hombre más vello”.
De jovenzuelo jugaba al fútbol con sus amigos y le llamaban “el Peluo” (chapa original donde las haya...). A este muchacho, desde bien chiquito, le gustaba ver los documentales de la 2, cuando todavía era “la segunda” o TVE2, e incluso cuando era UHF, y siempre soñó con grabar ésos documentales de la selva, animales y plantas, otras culturas y comunidades nativas... y año a año, nuestro protagonista fue creciendo... y pasó del colegio al instituto, y de ahí a la universidad.
Le gustaban mucho también las matemáticas, pero su gran pasión eran los bichejos y las plantitas.
Un día, cuando ya iba al instituto, y viviendo como vivía en una casa en el campo, cogió una araña cestera o también llamada araña tigre por su inconfundible rayado de negro amarillo y blanco, y la metió en un bote de cristal con unos agujeros que le hizo en la tapa con un destornillador. Tuvo el detalle de proporcionarle una víctima enrollada en un saco de seda que tenía colgado de su tela, una tela con marca propia, una tela con un zig zag blanco que desciende desde el centro de la misma... inconfundible...
Y su intención cuál era? Pues observarla unos días desde cerca, ver cómo come y cómo teje la seda... ( ya!... en el bote poco iba a tejer!... pero esas cosas quedan en un segundo plano cuando se quiere conseguir algo, ya se preocuparía de eso más adelante... )... vivir de cerca el día a día de un ser tan impresionante.
... y se acostó observando el bote de cristal desde la cama allá en la estantería de su cuarto...
A la mañana siguiente, y tras el calorcito generado y no disipado dentro del bote, el saco de comida eclosionó dando a luz... pues no sé, unos 500 o 600 tigres de ocho patas que por supuesto cabían por los agujeros de la tapa, y que tejieron todas y cada una de ellas microcaminos invisibles de seda que ocupaban todo el volumen de la estantería. Se observaban tras el despertador un sinfín de puntitos amarillos a todas las alturas y profundidades del estante, lo cual al “peluo” le pareció impresionante, descubrió que los sacos eran las cestas de huevos de estos arácnidos.
Curiosamente, a la madre del “peluo” también le pareció impresionante... impresionantemente alarmante, y lastimosamente solo sobrevivió la madre de las criaturas...

Esta anécdota provocó que la tía de nuestro protagonista, la “Rani” (… ¿?... por su semejanza a un batracio?, bueno...), le regalara el libro “Mi familia y otros animales” de Gerald Durrell, toda una eminencia en el mundo de los naturalistas conservacionistas, y con el cual se sintió bastante identificado...
Tras los tigrillos llegaron acuarios en los que alojaba todas sus capturas, ranas y sapillos, tritones y salamandras, pececillos varios, insectos acuáticos, y hasta serpientes de agua... de hecho, una de estas últimas se escapó del acuario y nunca más se supo de ella... bueno, al menos durante una larga temporada de unos 3 meses, cuando se dejó ver por uno de los seres humanos más temerosos de cualquier tipo de bicho ya fuera vivo o inerte... y claro, los bichos, ya sean vivos o inertes, huelen el miedo como los niños los caramelos, y la buscó... no hace falta que os cuente el grito y la carrera que se pegó la abuelilla del “peluo” hasta el cuarto de los tigrillos. He de añadir que en esta historia la viperina en cuestión acabó sus días felizmente en la albufera de Valencia, al menos hasta donde yo sé...
Podría contaros muchas anécdotas más, pero creo que esto se alargaría demasiado y las hogueras se acabarían antes que el cuento.
Actualmente este peculiar ser vello al que ya no llaman “el Peluo”, ha llegado a cumplir su sueño de estar en la selva y conocer diferentes comunidades nativas, paisajes increíbles, lugares asombrosos, olores y sabores sin igual, amigos... muchos amigos, y con suerte, terminará llegando a vivir y trabajar en lo más profundo de sus sueños, que es donde debería llegar a vivir todo ser humano de este impresionante planeta...

sábado, 11 de enero de 2014

Pelícano en las sombras


Andrea Guerra - Il pensiero di te

No me llames así, que sabes que no me gusta...
Carlos masticaba fuerte mientras repelaba el plato con la cuchara y el dedo. A sus 28 años, Carlos ya tenía el pelo entrecano y unos cuantos kilos de más. Le llamaban pelícano por las canas, pero en el fondo él sabía que era por su pronunciada papada...
Carlos era una de ésas personas que si la conoces te gustaría conocerla todavía más, de ésas personas que a la hora de recapitular su vida ves una línea recta que se va difuminando sin darte cuenta, una de ésas personas que no ha hecho más que sobrevivir trabajando y trabajando, de ésas personas que con el potencial tan grande que tienen no encuentran la oportunidad para desarrollarlo, de ésa gran cantidad de personas que pasan el transcurso de sus vidas en las sombras...

domingo, 27 de mayo de 2012

El presente

"Ben Howard - Promise"




Miro al frente y veo el cielo, pájaros... un barranco bajo mis pies... […] ...
Estoy descalzo y la tierra me rodea los dedos... caliente, se desliza por los empeines... por mi piel... […] ...
Las golondrinas me pasan cerca, pero más el viento, que me refresca la cara y la vista. Cierro los ojos y veo verde y azul... y oigo el viento en las ramas de los almendros... […] ...
Siento la manta de agua enfriando los dedos de mis pies, ahora se anda diferente.
Despierto en un rincón de hojas secas y estoy cansado. Un cosquilleo de agotamiento recorre mis brazos y veo el presente... bajo mis pies.
Me encajo en el coche y de nuevo cierro los ojos con una inspiradora música de fondo. Raúl habla con su mejor amigo y su hermana pequeña de pícara sonrisa. Ya no se oye nada... el vacío.
Mis párpados ven reflejos de sol intermitente que se interrumpen por cada vez más extensas esperas de sombras, mientras, noto el viento fresco del atardecer por la cara.
Llego a mi habitación, mi casa, y me tumbo mirando al techo. Veo madera y me veo. Veo pies y un morral, candados y ramas, blanco, naranja... música...

miércoles, 25 de marzo de 2009

Cuentos de nacimientos

"BSO Levity - Manual's got a train to catch"




Hace frío y me duele todo el cuerpo. Me siento entumecida y recuerdo un poco mi sueño. Mientras me desperezo y hago circular todos los fluidos por mis tejidos me acuerdo del verde, mi sueño era verde.

Me recuerdo andando hacia arriba por inercia y observando el paisaje... me gusta y soy joven...
… Tengo hambre a menudo y como... como, y sigo subiendo...

Poco a poco se van agilizando todos mis músculos y noto como mis extremidades se van estirando... mientras, el sol va calentando la mañana...

Ahora pienso en mi sueño, en el verde, en mi sueño no soy yo, pero me reconozco, tampoco he cambiado tanto... sintiendo que mi cuerpo se va llenando de vivencias y experiencias, y me veo cerca de completar mi desarrollo...

Miro a mi alrededor, disfruto las vistas... y veo lejano mi sueño...
Me muevo, mi cuerpo me pide moverse y lo hago... mi mirada no se decide a detenerse en algún punto... lo veo todo distinto. Las oscuras y rojas nubes abrazan las montañas... siluetas de pinos arañan el azul del cielo mientras una suave brisa mece las hojas al compás de los grillos. Admiro el equilibrio, veo equilibrio allá donde miro...

Me siento como flotando en el aire. Mi cuerpo necesita bostezar y se recrea... suelto mis patas y caigo suavemente bajo el cálido sol... abro las alas y la sensación es difícilmente explicable, ahora parece que caiga hacia arriba. No noto resistencia al movimiento y nado a mi antojo por la vida... Quiero volar, quiero volar... y por fin puedo...

domingo, 1 de julio de 2007

Cuentos de miedos

"BSO El Jardinero fiel - Kothbiro"




A Fabio le fascinaban las culturas latinoamericanas… todas esas gentes de tez oscura y glabra, esos ojos rasgados como robados de los orientales, con esos pies anchos y dedos separados como para agarrar la tierra a sus pasos descalzos y firmes... le atraían esas culturas venidas de la selva, de la naturaleza... y con un conocimiento tan profundo de la Pacha Mama...

Fabio pasaba las horas leyendo y viendo documentales sobre el tema, sobre la historia de esas culturas, sobre cómo llegaron sus propios antecesores a minar poco a poco sus culturas... y no tan poco a poco... a contaminar sus creencias... a expoliar sus tierras...

Fabio siempre soñaba con poder conocer esos pueblos de primera mano, con sus propios ojos... y poder hablar con esas gentes, y olfatear sus aromas y saborear sus comidas... paladear sus variadas frutas y observar sus ricos colores...

Fabio desearía poder mirar a esas gentes y observar el brillo de sus ojos... ver esos chibolos correteando descalzos y sucios por las calles, ignorantes del caos de las ciudades occidentales, disfrutando de ese balón de trapo carente de forma...

A Fabio le encantaría comprobar por sí mismo esa educación que tienen esas gentes, ese respeto por las personas que les rodean, superior al que puedan tener los vecinos de cualquier barrio europeo... comprobar que las familias que menos tienen son las que más te dan... poder convivir con ellos y poder palpar sus costumbres... Fabio sería feliz si pudiera viajar a América latina...

Fabio paseaba a diario por su calle hasta el parque... era el único recorrido que hacía, y siempre en compañía de su buen amigo Cirilo y de su hermano Iván.
Fabio se sentía morir al verse solo, sentía como miles de ojos acuchillándole el cuerpo... una fuerza extraña que le invadía el esqueleto haciéndole perder el equilibrio, como si el suelo se moviera a su paso... como si la gravedad cambiara a su libre albedrío en su caminar en soledad… necesitaba sentirse y verse acompañado…

Fabio soñaba con viajar a conocer a esas gentes… esos pueblos… esas costumbres, pero sabía que con sus 47 años ya no sería capaz de superar su problema… de matar sus miedos… de vivir sus sueños…

miércoles, 9 de mayo de 2007

Cuentos de dolor

"el Davis - Sucesos"






Abre los ojos lentamente y ve la cara de Jorge a unos escasos 10 centímetros. Ya son más de las seis y el sol comienza a dar pinceladas a ese gran lienzo que le espera a diario... unas pinceladas que a Roger no le parecen las de siempre...
Llevan toda la noche deslizándose sobre ese aparente tranquilo cauce y Jorge necesita descansar.
Roger agarra el timón y se dispone a soportar un nuevo día de ruta... con el conocimiento del río que le avala... como adivinando el recorrido del canal bajo ésas aguas rojas... como si el río y él fuesen uno...
Ha pasado ya medio día y Roger sigue al mando de la nave, atento... en guardia...
Cuando el sol comienza a despedirse del día Roger observa de nuevo ésos colores en el cielo, como si le estuvieran intentando decir algo, como si no fueran los de ayer... como si esos colores se hubieran mezclado nuevamente para dar tonos diferentes, más fríos... más lúgubres...

Está nervioso, como si los 23 años que lleva surcando río arriba y río abajo no le dieran la tranquilidad que deberían, como si fuera a pasar algo...
Aunque todavía queda algo de luz en el ambiente Roger ya ha prendido los faros y luces del bote y se dispone a completar su turno con unas horas más de manejo... sus últimas...
Tras él, y en sus hamacas, están Carlos y Vidal peleándose como de costumbre. Sharon, su mamá, duerme al costado de ellos, ajena a todo.
A pocos metros de ellos Mercedes observa lo poco que se adivina ya de la orilla mientras Miguel la observa de lejos...

Roger, de reojo, ve aparecer de la nada un gran bulto que se precipita hacia ellos por estribor... no hay tiempo para nada...
Al momento ve como el bote se levanta de un lado, como queriendo sobrevolar el cauce... precipitándose sin demora hacia su destino...
El agua parece que tenga prisa, entrando sin preguntar a la zona inferior, la de carga. Arriba Miguel desespera, Mercedes no está donde antes. Sharon está en el suelo del bote llamando a Carlos... y a Vidal... que ya no están en sus hamacas...
Con el impacto Roger ha acabado en la proa de la embarcación con un buen golpe en la cabeza, que se toca y nota mojada y fría. La sangre le chorrea por la frente pero no repara en ella pensando que es el agua recibida por el impacto...
Con la poca luz que queda en el escenario ve bultos en el agua, y le parece que alguno se mueve por sí solo... lanzándose sin pensarlo dos veces...

Jorge ya no volvió a ver a su hermano con vida... no recuerda haber pasado una noche como aquella...
Tres cuerpos aparecieron en unas playas río abajo... y dos más que no llegaron a encontrar nunca, abandonados a su suerte... sin poder cerrar su capítulo...

Roger consiguió jalar el cuerpo de un niño luchando por no acabar en el fondo del lecho, pero no llegó a ver la carga del otro bote arrebatándole a Carlos, arrebatándole sus opciones... arrebatándole su propia vida...