Gordon Giltrap - Inner Dream
Había una vez un niño que tenía mucho pelo, pero que mucho pelo... de hecho, un año le pusieron en su tarjeta de cumpleaños; … “Para el hombre más vello”.
Había una vez un niño que tenía mucho pelo, pero que mucho pelo... de hecho, un año le pusieron en su tarjeta de cumpleaños; … “Para el hombre más vello”.
De jovenzuelo jugaba al
fútbol con sus amigos y le llamaban “el Peluo” (chapa original
donde las haya...). A este muchacho, desde bien chiquito, le gustaba
ver los documentales de la 2, cuando todavía era “la segunda” o
TVE2, e incluso cuando era UHF, y siempre soñó con grabar ésos
documentales de la selva, animales y plantas, otras culturas y
comunidades nativas... y año a año, nuestro protagonista fue
creciendo... y pasó del colegio al instituto, y de ahí a la
universidad.
Le gustaban mucho también
las matemáticas, pero su gran pasión eran los bichejos y las
plantitas.
Un día, cuando ya iba al
instituto, y viviendo como vivía en una casa en el campo, cogió una
araña cestera o también llamada araña tigre por su inconfundible
rayado de negro amarillo y blanco, y la metió en un bote de cristal
con unos agujeros que le hizo en la tapa con un destornillador. Tuvo
el detalle de proporcionarle una víctima enrollada en un saco de
seda que tenía colgado de su tela, una tela con marca propia, una
tela con un zig zag blanco que desciende desde el centro de la
misma... inconfundible...
Y su intención cuál
era? Pues observarla unos días desde cerca, ver cómo come y cómo
teje la seda... ( ya!... en el bote poco iba a tejer!... pero esas
cosas quedan en un segundo plano cuando se quiere conseguir algo, ya
se preocuparía de eso más adelante... )... vivir de cerca el día a
día de un ser tan impresionante.
... y se acostó
observando el bote de cristal desde la cama allá en la estantería
de su cuarto...
A la mañana siguiente, y
tras el calorcito generado y no disipado dentro del bote, el saco de
comida eclosionó dando a luz... pues no sé, unos 500 o 600 tigres
de ocho patas que por supuesto cabían por los agujeros de la tapa, y
que tejieron todas y cada una de ellas microcaminos invisibles de
seda que ocupaban todo el volumen de la estantería. Se observaban
tras el despertador un sinfín de puntitos amarillos a todas las
alturas y profundidades del estante, lo cual al “peluo” le
pareció impresionante, descubrió que los sacos eran las cestas de
huevos de estos arácnidos.
Curiosamente, a la madre
del “peluo” también le pareció impresionante...
impresionantemente alarmante, y lastimosamente solo sobrevivió la
madre de las criaturas...
Esta anécdota provocó
que la tía de nuestro protagonista, la “Rani” (… ¿?... por su
semejanza a un batracio?, bueno...), le regalara el libro “Mi
familia y otros animales” de Gerald Durrell, toda una eminencia en
el mundo de los naturalistas conservacionistas, y con el cual se
sintió bastante identificado...
Tras los tigrillos
llegaron acuarios en los que alojaba todas sus capturas, ranas y
sapillos, tritones y salamandras, pececillos varios, insectos
acuáticos, y hasta serpientes de agua... de hecho, una de estas
últimas se escapó del acuario y nunca más se supo de ella...
bueno, al menos durante una larga temporada de unos 3 meses, cuando
se dejó ver por uno de los seres humanos más temerosos de cualquier
tipo de bicho ya fuera vivo o inerte... y claro, los bichos, ya sean
vivos o inertes, huelen el miedo como los niños los caramelos, y la
buscó... no hace falta que os cuente el grito y la carrera que se
pegó la abuelilla del “peluo” hasta el cuarto de los tigrillos.
He de añadir que en esta historia la viperina en cuestión acabó
sus días felizmente en la albufera de Valencia, al menos hasta donde
yo sé...
Podría contaros muchas
anécdotas más, pero creo que esto se alargaría demasiado y las
hogueras se acabarían antes que el cuento.
Actualmente este peculiar
ser vello al que ya no llaman “el Peluo”, ha llegado a cumplir su
sueño de estar en la selva y conocer diferentes comunidades nativas,
paisajes increíbles, lugares asombrosos, olores y sabores sin igual,
amigos... muchos amigos, y con suerte, terminará llegando a vivir y
trabajar en lo más profundo de sus sueños, que es donde debería
llegar a vivir todo ser humano de este impresionante planeta...