Miro al frente y veo el
cielo, pájaros... un barranco bajo mis pies... […] ...
Estoy descalzo y la
tierra me rodea los dedos... caliente, se desliza por los empeines...
por mi piel... […] ...
Las golondrinas me pasan
cerca, pero más el viento, que me refresca la cara y la vista.
Cierro los ojos y veo verde y azul... y oigo el viento en las ramas
de los almendros... […] ...
Siento la manta de agua
enfriando los dedos de mis pies, ahora se anda diferente.
Despierto en un rincón
de hojas secas y estoy cansado. Un cosquilleo de agotamiento recorre
mis brazos y veo el presente... bajo mis pies.
Me encajo en el coche y
de nuevo cierro los ojos con una inspiradora música de fondo. Raúl
habla con su mejor amigo y su hermana pequeña de pícara sonrisa. Ya
no se oye nada... el vacío.
Mis párpados ven
reflejos de sol intermitente que se interrumpen por cada vez más
extensas esperas de sombras, mientras, noto el viento fresco del
atardecer por la cara.
Llego a mi habitación,
mi casa, y me tumbo mirando al techo. Veo madera y me veo. Veo pies y
un morral, candados y ramas, blanco, naranja... música...